

La cúspide del poder visigodo fue alcanzada durante el reinado de Eurico (466–484), quien completó la conquista de España, salvo la Gallaecia (en poder de los suevos hasta el 586, año que la conquistó Leovigildo).
En 507, Alarico II fue derrotado en Vouillé por los francos de Clodoveo I, perdiendo todas sus posesiones al norte de los Pirineos excepto la Septimania o Galia Narbonense (de población galorromana). Esta provincia, de vital importancia para el comercio de la época, se mantuvo hasta el final en poder del Reino Visigodo de Hispania. Las ciudades de Narbona y Toledo (la capital de Hispania) constituyeron los polos de la política visigoda.
A finales del siglo VII d. C., las luchas internas por el poder entre dos grandes ramas de la nobleza y el clero son continuas. Además de la crisis social y económica, llevaron al reino visigodo a una situación límite de su control. El rey Wamba, sucesor de Recesvinto, combatía a los vascones en el norte de la Península cuando surgió una nueva rebelión en la Septimania y aunque consiguió apaciguarla, fue depuesto en extrañas circunstancias. Las contiendas se generalizaron durante los reinados de Égica y Witiza. Cuando el último rey, Rodrigo, alcanzó el trono, sus rivales se avocaron al líder musulmán Táriq Ibn Ziyad, quien, con su victoria (711) en la Batalla de Guadalete, cerca de Medina Sidonia, inicia la conquista del reino. Entre el año 716 y el 725, los musulmanes conquistan la Septimania, última provincia visigoda, poniendo fin al Reino Visigodo e inaugurando el período islámico en la historia de España.
En 507, Alarico II fue derrotado en Vouillé por los francos de Clodoveo I, perdiendo todas sus posesiones al norte de los Pirineos excepto la Septimania o Galia Narbonense (de población galorromana). Esta provincia, de vital importancia para el comercio de la época, se mantuvo hasta el final en poder del Reino Visigodo de Hispania. Las ciudades de Narbona y Toledo (la capital de Hispania) constituyeron los polos de la política visigoda.
A finales del siglo VII d. C., las luchas internas por el poder entre dos grandes ramas de la nobleza y el clero son continuas. Además de la crisis social y económica, llevaron al reino visigodo a una situación límite de su control. El rey Wamba, sucesor de Recesvinto, combatía a los vascones en el norte de la Península cuando surgió una nueva rebelión en la Septimania y aunque consiguió apaciguarla, fue depuesto en extrañas circunstancias. Las contiendas se generalizaron durante los reinados de Égica y Witiza. Cuando el último rey, Rodrigo, alcanzó el trono, sus rivales se avocaron al líder musulmán Táriq Ibn Ziyad, quien, con su victoria (711) en la Batalla de Guadalete, cerca de Medina Sidonia, inicia la conquista del reino. Entre el año 716 y el 725, los musulmanes conquistan la Septimania, última provincia visigoda, poniendo fin al Reino Visigodo e inaugurando el período islámico en la historia de España.
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