Antes de Internet nadie podía bajar nada, pero sí se podían grabar películas en vídeo de la televisión, grabar canciones de la radio en casete, prestar un disco a los amigos que ellos grababan en sus grabadoras, etcétera. Con la llegada del CD, las compañías de discos decidieron que era el momento de triplicar el precio de venta de las obras de sus artistas. Es decir, abusaron del consumidor. Lo mismo ocurrió con los DVD.
Es curioso cómo podemos ir a una biblioteca y sacar un DVD, un CD, un libro, sin pagar nada; y hay decenas de miles de bibliotecas en todo el mundo. Es decir, millones de personas pueden ver películas, oír música y leer novelas sin pagar nada. Entonces, ¿cuál es, exactamente, la queja de los intelectuales?
La cultura es para el pueblo, y los artistas e intelectuales deberían ser los primeros en ofrecer sus obras a precios que el pueblo puede y quiere pagar. Si comparamos el nivel de vida que tenían grandes genios como Shakespeare, Cervantes, Leonardo, Dante, etcétera, con el nivel de vida que tienen los "artistas" e "intelectuales" de hoy día, nos daremos cuenta de cómo nos están tomando el pelo.
Sheeran Byrne, La Alberca, Salamanca.
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