viernes, 15 de abril de 2011

VIVIR IV: Construir y destruir

Estoy utilizando estos términos, en vez de los imprecisos y generalizados: diestra y siniestra; que sólo indican oposición simétrica, estar en lados opuestos respecto a un eje o centro. Estos sirven únicamente para indicar lugar, posición, respecto a un punto. Nada indican, por sí mismos, de cómo son o qué hacen o cómo funcionan quienes están en uno u otro lado.

Es, por ejemplo, el caso de los asientos de un autobús, que están situados a la derecha o izquierda de su pasillo central, lo que no muestra, que un lado sea mejor que el otro para viajar. Seguramente que todo viene de situarse en la mesa del rey, más o menos redonda, a su derecha o izquierda. Posiblemente con el tiempo y en las sesiones de las cortes, unos cortesanos se sentarían a la derecha y otros a la izquierda del monarca, agrupándose en uno u otro lado según la amistad o afinidad entre ellos, sin que la distinta localización espacial indicara que unos eran mejores o peores que los otros, sino solamente su opuesta colocación en aquel lugar; terminando por generalizarse esta nomenclatura, a cualquier acto o posicionamiento fuera político o de cualquier otra índole.

Al objeto de ir más allá de lo espacial e indicar la filosofía y el propósito que persigue un grupo cualquiera -ubicado donde fuere-, me ha llevado a utilizar como indico al principio, los términos muchísimo mas claros y precisos de “constructor o destructor”, entendibles de inmediato por cualquiera. Así construir sabemos que indica, edificar, levantar, fabricar, ordenar, mejorar, sumar o evolucionar. Destruir rápidamente lo identificamos con aniquilar, arrasar, destrozar, deshacer, demoler, desbaratar, eliminar, arruinar, dilapidar o sea disminuir o restar o involucionar.

Es facilísimo destruir y es dificultoso y complejo construir. Claro que siempre los manipuladores de lo real y preciso, dirán que destruyen para construir algo mejor, lo que en alguna ocasión puede ser cierto, pero nunca como norma general y habitual de actuación que es la que determina el carácter de constructor o destructor del ente o entidad a quienes se califica.

Lusán, febrero de 2011


VIVIR V: Carta a mis amigos

He leído y comentado con mis conocidos, respecto a la creencia en la reencarnación de los orientales.

A mi ese principio, no me gusta e incluso me resulta antipático, porque, ¿de qué sirve volver a esta vida, si no recuerdas tus experiencias anteriores? Tendrás que aprender todo de nuevo y posiblemente, volverás a caer en los mismos o parecidos errores y a sufrir por iguales situaciones que las pasadas. Además, ¿qué sentido tiene repetir una vida insulsa, trabajosa, con satisfacciones escasas y normalmente rutinaria, como en general suele suceder? No encuentro explicación convincente y la mas apropiada que he hallado, es la que manifiesta que la vida, el vivir, es un camino o herramienta de perfección o evolución, a fin de conseguir un ser mas humano, sin ninguno de sus defectos y con todas sus virtudes en el mas alto grado.

Por todo esto, me interesa muchísimo mas, rejuvenecer, volver a los veintitantos años, cuanto a lo físico y mental, una vez llegada la cincuentena, antes que reencarnar. De esta forma quedaría intacta la experiencia anterior, lo aprendido hasta entonces, evitándose repetir errores y sufrimientos. Sabiendo mucho mejor como lograr una vida mas agradable, fácil, humana y feliz, que hasta esa edad. Sería como una nueva oportunidad, pero estando más preparados, conociéndonos más a nosotros mismos y a la sociedad en la que vivimos.

Quizás en algún futuro, la tecnología genética conseguirá realizarlo, mas fácil en el aspecto físico y seguramente bastante mas difícil cuanto al rejuvenecimiento neural o cerebral.

Sin embargo y mientras llega ese desarrollo genético podemos utilizar los procedimientos tradicionales, avalados por la ciencia actual, para mantenernos en las mejores condiciones físicas y mentales, ya que solo tenemos un cuerpo y una mente para toda la vida:


  • Hacer ejercicio o practicar algún deporte, regularmente, sin competir con nadie, ni cansarse y mucho menos llegar a agotarse o a la extenuación. Al punto que resulta beneficioso, incluso realizar ejercicios sentados.

  • Respirar aire lo mas puro posible, para lo cual, es ideal pasear por el campo o monte (además tiene el beneficio, de entrar en el relajante ritmo de la naturaleza). Cuidar que las respiraciones sean profundas, llenando los pulmones, lejos de las cortas respiraciones normales.

  • Comer productos naturales, para lo que es ideal nuestra tradicional dieta mediterránea: vegetales, legumbres, frutas... Evitar productos refinados como la sal, el azúcar… y los alcoholes destilados, drogas y la automedicación.

  • Desechar los pensamientos negativos, reemplazándolos por positivos y optimistas. Tratando de estar contentos y satisfechos la mayor parte del día, para lo que es imprescindible perdonarnos por nuestros errores y perdonar a los demás por los suyos. En general no queremos errar. Ante una decisión no sabemos con certeza qué hacer (tal y como sucede al llegar a una bifurcación de caminos; no sabemos cual tomar .Podemos quedarnos ahí por un tiempo – cuanto mas corto mejor -, pero no para siempre, sin decidir nunca. Quedaríamos anclados de por vida a esa encrucijada, paralizados, inmóviles, medio- muertos ).Si erramos, solo nos damos cuenta, una vez realizada la experiencia (o séase, después de caminar durante un tiempo por uno de los caminos - a toro pasado -, entonces, decimos, debí coger otro, en vez de este), pero ya lo único posible es aceptar lo sucedido y enmendarlo en lo posible y siempre, siempre: “VIGILAD estando atentos a lo que sucede a nuestro alrededor” y RECORDAR hacia donde hemos de ir: hacia nuestra mejor y mas perfecta humanización.

  • Confiar en que cualquier situación por mala que sea, pasará y terminará. No perder la esperanza de mejorar, pues como bien dice E.Kubler Ross en “Los niños y la muerte”(Pág. 10): “ los seres humanos siempre han luchado, esperado, soñado, triunfado, perdido y vuelta a empezar ”

  • Relajarse mentalmente, evitando la sobrecarga del sistema nervioso, debida a pensamientos repetitivos de carácter pesimista o negativos. No es el estímulo externo el que nos tensa, sino los pensamientos internos que producimos o nos decimos. Es decir, nuestra respuesta a esos estímulos, que no podemos controlar, pero sí la respuesta que damos -. De aquí el consejo popular: en vez de preocuparse, ocuparse (hacer)

  • También conviene relajar físicamente la mente, mediante el ejercicio físico y la palabra. Algo que solemos hacer espontánea e inconscientemente de forma incompleta.

Esta relajación conjunta es útil debido a que cuando nuestros deseos no se realizan ( algo muy normal), se produce una tensión física y mental mas o menos acusada, que puede acabar en algún grado de frustración dolorosa o en un resquebrajamiento capaz de llegar incluso a la ruptura de la persona. Es aquí donde entra la simple y ancestral terapia del desahogo, del hablar ( muy femenino), en vez del callar (muy masculino), para liberar la tensión antes de que llegue a ser perturbadora o incluso peor: inmanejable . Desde luego, no es recomendable desahogarse ante la primera persona que se nos aparezca (pobrecilla, la que le ha caído) tal y como hacen muchos que vierten sus frustraciones a cualquiera, sin mas ni mas. Lo mas aparente, es hacerlo con alguien que está dispuesto a escuchar nuestras cuitas o que se le pide se disponga a ello y acepte en ese momento o algo después, según su disponibilidad. Es decir, en línea con la idea del conocido “teléfono de la esperanza”, donde hay personas dispuestas 24 horas al día, todos los dias, a escuchar, en lugar de llamar al primer teléfono que se nos ocurra o aprovechar la primera llamada que nos llegue para este fin personal.

Y desde luego como remedio de urgencia, mientras hallamos a alguien que nos quiera escuchar, evitar dar vueltas en la cabeza al asunto que nos atormenta o nos asfixiaremos en conjeturas más o menos fantásticas. Es por esto que se suele decir: “entre hacer y no hacer: HACER”. Se considera mas sano actuar, aunque nos equivoquemos (siempre podemos rectificar y por esto lo ideal es “hacer” algo positivo, constructivo), en lugar de no hacer nada y quedarnos inmovilizados como estatuas (sean o no de sal), sin dar salida positiva a la tensión.

  • Procurar trabajar en lo que guste o hacer todo lo posible para que el trabajo guste. Recordar que aunque se trabaje en una empresa o institución, realmente trabajamos para personas, para los usuarios de los productos y servicios de esos entes, sin preocuparse por obtener resultados favorables e inmediatos del trabajo que se realiza. Cuando se trabaja con constancia, siempre se obtienen buenos frutos, antes o después.

  • Tener una profesión con la que ganarse la vida y alguna afición con la que disfrutar de esa vida.

  • Respetar a todo lo que existe y ayudar a quien lo necesite, según nuestras posibilidades. Nos permitirá evolucionar humanamente, evitando conflictos y luchas que llevan a la involución, a la más bestial animalidad. Para esto examinar cuidadosa y desapasionadamente las ideas y filosofía, que se propagan de continuo entre la sociedad, sometiéndolas al criterio de ser constructoras o destructoras del humanismo, entendido como “ larga sabiduría… cuyo propósito es el enno -blecimiento armónico del ser humano, en sus facetas ética y estética, existencial y espiritual”, tal y como queda expuesto en: “Sobre el viejo humanismo ”( Pág. 11.2010)

Lusán, marzo de 2011



VIVIR VI: Reproducirse

Todos los seres vivos estamos fuertemente impulsados o programados para reproducirnos, de no ser así, las especies poco habrían durado.

Es lo que conocemos como instinto reproductor.

Animales y humanos estamos empujados por ese instinto biológico. Los hombres poderosamente hacia la fecundación (cuantos más embarazos consigan mejor), las mujeres con más suavidad hacia la maternidad (cuantos más hijos alumbren mejor).

Sin embargo, tener hijos no es fácil, porque suponen gastos y tareas, que dado el ritmo de vida actual, son costosos y difíciles de realizar, amén de la responsabilidad de criar y educar a un vástago, para que pueda vivir a gusto en sociedad.

Por esto, se debe tener muy claro el deseo o no de paternidad, pues en caso de no quererla, habrá de tomarse las medidas oportunas para evitarla, desde las más sencillas a las más complejas.

La medida más simple, obviamente, es no tener relaciones sexuales íntimas. Todo lo demás se puede hacer sin temor a engendrar hijos. Supone, no obstante, estar muy atentos, muy vigilantes, para evitar no solo la penetración, sino principalmente, la eyaculación sobre los genitales femeninos.

El procedimiento más complejo y drástico es la vasectomía y también el más seguro y definitivo. Una decisión meditada y realizada con toda consciencia.

Entre estos dos procedimientos, están todos los medios actualmente muy extendidos y aceptados socialmente de control de natalidad, tanto físicos como químicos, fácilmente accesibles en farmacias y supermercados.

En definitiva y como siempre, se trata de “vigilar y recordar instante a instante”, la decisión tomada sobre la paternidad y llevarla cabalmente a cabo.

Lusán, abril de 2011





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