Los economistas Luis Garicano y Jesús Fernández-Villaverde se han
convertido en dos de las voces más reputadas y escuchadas dentro y fuera
de nuestras fronteras. Muy críticos con el Gobierno en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, no han cambiado su actitud con el Ejecutivo de Mariano Rajoy,
al que censuran por su falta de decisión a la hora de abordar las
reformas necesarias y por su mal criterio a la hora de buscar
enfrentamiento con Bruselas o el Banco Central Europeo (BCE).
Tras su durísima tribuna
publicada en el 'Financial Times', en la que advirtieron de la política
"catastrófica" de Rajoy, EL MUNDO cruza una serie de correos
electrónicos con ellos para recabar sus propuestas para salir de la
crisis. ¿Qué es lo que más echan en falta en la política del Gobierno?
"Tres cosas muy importantes. La primera, una visión del modelo de país a
medio y largo plazo. ¿Qué queremos ser? ¿Queremos ser Singapur,
California, Florida? ¿Una economía sustentada por el turismo o empujar
hacia una economía del conocimiento?"
Esto, a su juicio, es crucial porque guía "qué recortes debemos hacer
y cuáles son las prioridades. Cuando Finlandia entró en un proceso de
recortes a principios de los 90, tuvo claro que I+D y Educación no se
podían tocar".
Para los profesores de la London School of Economics y la Universidad
de Pensilvania, es esencial que "haya un reconocimiento del límite de
los recursos del Estado", puesto que "la capacidad fiscal para rescatar a unos y otros es muy limitada, y el que una empresa entre en suspensión de pagos y no pueda pagar a sus acreedores no es un problema que deba resolver el Estado". Es más, es imprescindible todo lo contrario, pues las quiebras son "parte del funcionamiento de un mercado libre".
Por ello, explican que "es fundamental que el Gobierno aproveche esta oportunidad para, de una sola vez, hacer tabla rasa, reestructurar toda la deuda posible, y a partir de ahí empezar de nuevo con la solvencia asegurada.
Repensar el Estado
Fernández-Villaverde y Garicano creen que "es evidente que hace falta
repensar a fondo la estructura del Estado", tanto "de ayuntamientos
como de comunidades y diputaciones, de modo que sea sostenible".
Y ponen ejemplos concretos, como Dinamarca, que en 2007 eliminó las
diputaciones y fusionó los 270 municipios en 98, con al menos 20.000
habitantes cada uno, o Japón, que ha reducido en la década pasada en un
40% el número de consistorios.
Por desgracia, se lamentan, "este tipo de reforma ambiciosa no está ni en la agenda, a pesar de que está claro que la estructura territorial del Estado es insostenible.
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