Los carlistas formaban el ala tradicional de la sociedad española de la época, englobando a los denominados «apostólicos», tradicionalistas y, sobre todo, a la reacción antiliberal. La lucha entre Isabel II de España, hija de Fernando VII, y Don Carlos María Isidro,
hermano del rey, fue realmente una lucha entre dos concepciones
políticas, sociales y de clase. De una parte los defensores del Antiguo Régimen
(la Iglesia, la aristocracia, etc.) y de otra los partidarios de las
reformas liberales-burguesas, surgidas como consecuencia de la Revolución francesa y de la Revolución industrial,
que habían empezado a reorganizar la sociedad, tanto moral como
materialmente, especialmente en las clases populares. Así, el carlismo
tuvo escasa repercusión en las grandes ciudades, siendo un movimiento
predominantemente rural.
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