sábado, 9 de agosto de 2014

La Envidia

Como no es muy fácil ponernos en la piel de los demás, cuando les pasa algo malo pensamos: "Menos mal que eso no me ha pasado a mí". Es un reflejo natural que te hace sentir bien y a salvo. Pero alegrase por la desdicha ajena, tiene mucho que ver con la envidia.
Cuando sientes mucha envidia se actúan nodos de dolor físico en tu cerebro. La envidia duele. En cambio, cuando un envidioso se entera de que a la persona que envidia le va mal, se le activan los centros de recompensa del cerebro. Y eso le alivia el dolor que siente.
Cuanto menos autoestima tienes, más posibilidades hay de que sientas alegría por la desdicha ajena, en vez de compasión, cuando les va mal a los demás. Es porque te da la sensación de que no sólo tú eres un "fracasado". Para parar esa envidia podemos imaginar, cómo cuidamos  deseamos lo mejor incluso a aquellos que consideramos enemigos…
Comprende qué te hace ser como eres y podrás transformarlo.

"Una mochila para el universo"

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