No estamos preparados para estar solos, sino para estar conectados. Había una época en la que se decía que el contacto físico entre niños y adultos malcriaba y estropeaba al niño y que las emociones tenían poco peso real en la vida de la gente, frente a las necesidades fisiológicas. Ahora sabemos a ciencia cierta que, por encima de la pura supervivencia, sólo florecemos si nuestras necesidades emocionales, es especial la necesidad de protección y afecto, están atendidas.
Nos sentimos sólos 48 días al año, por cada amigo que tengas lo reduces dos días.
Un amigo feliz te aporta el 15 por ciento de felicidad, es fortísimo el poder de la amistad. Se ha demostrado que cuando alguien muere en una pareja, las probabilidades de que el viudo o viuda mueran aumentan. Y este impacto que tienen los demás en nosotros nos se reduce sólo al grupo íntimo.
Cada amigo infeliz reduce tus posibilidades de ser feliz un 7 por ciento.
Necesitamos tocarnos unos a los otros. Tocarnos mirarnos. Cuando nos tocan, nos relajamos y baja el cortisol, la hormona del estrés. Es difícil conectar sin tocares ni mirarse. Para conectarse hay que tener tiempo. La falta de tiempo es un problema que hoy en día arrastramos constantemente.
Abrazo
El abrazo debe durar seis segundos. Las personas que abrazan envejecen más despacio.
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Revisar el Twitter o Facebook y responder a un e-mail podría causar más adicción que el alcohol o el tabaco. Alimenta nuestra necesidad apremiante de pertenecer a un grupo y de recabar información. La tentación de saber qué pasa a nuestro alrededor es otra necesidad atávica muy difícil de resistir…
Pasamos dos terceras partes de nuestras vidas de cotilleo. Lo tenemos programado en los genes, enterarnos de los que saben y lo que piensan los demás. El cotilleo nos ayuda a sentirnos aceptados e informados. En los grupos cuando se excluye a alguien del cotilleo es los más cruel que se le puede hacer. Cuando nos sentimos aislados y rechazados se nos encienden todas las alarmas, no sabes donde acecha el peligro.
Cuando eres cotilla negativo, alguien que utiliza información para hacer daño, el asunto se puede volver en contra. Resulta que si hablas mal de los demás la gente puede acabar fácilmente achacándote los defectos que reprochas a otros. Las personas que cotillean para hacer daño suelen tener altos niveles de ansiedad y no son populares porque no son de fiar.
La maldad tiene un precio alto porque estamos programados para el amor.
Así que es mejor reemplazar la necesidad de cotillear por un acto de amabilidad o de cariño.
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Los estudios más rigurosos aseguran que el enamoramiento se parece como una gota de agua, químicamente y por sintomatología, a un desorden obsesivo-compulsivo.
El vínculo amoroso necesita cuidados y esfuerzos continuados, por el cansancio diario, nos descuidamos, hasta que el vínculo amoroso se transforma en simple afecto. Aquí empiezan los problemas, porque el afecto es perfecto para los hijos y para los amigos, pero no es suficiente para la pareja. La pareja necesita que tengamos vivos el vínculo amoroso.
Mantengo el vínculo amoroso mirando, tocando y sintiendo al otro, sin más. Ése es el alimento del amor duradero.
Para recuperar esa conexión: volver a escuchar a la pareja de forma que se sienta escuchada, no solo oída, ello implica parar el tiempo e interesarse de corazón por el otro. También derrochar a conciencia sentido del humor, mirarse unos minutos, todos los días, sin decir nada.
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Estilo amoroso: Los Cariñosos.
- Valora las relaciones amorosas que empiezan siendo relaciones de gran amistad.
- No sabe exactamente cómo se enamoró; sucedió a lo largo de un periodo considerable.
- El amor no es misterioso, es una forma extrema de cariño y de amistad.
Se van involucrando poco a poco en la relación, y los sentimientos crecen a lo largo del tiempo.
A veces el Cariñoso va tan lento que es difícil saber qué tipo de relación mantiene. Tiende a ser altruista y confiados y a provenir de familias numerosas, por lo que se siente cómodos con la idea de depender de los demás.
Se ha visto que las relaciones de pareja basadas en estilos amorosos similares tienden a durar más.
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Los humanos vivimos dudando siempre entre el amor y el miedo.
Cuando comprendemos y reconocemos las señales de las fuerzas que nos arrastran, pasamos de ser esclavos a ser dueños de nuestras emociones.
Entrena tu cerebro para pensar en positivo.
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El miedo es sólo una alarma muy antigua, el mundo estaba llena de peligros y de amenazas, pero hoy no podemos vivir con la alarma puesta las veinticuatro horas del día. El miedo te tiene que proteger pero no te debe limitar. Mira a tus miedos a la cara, compréndelos y conseguirás derrotar a muchos de ellos. No se puede vivir con miedo.
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Las familias son un terreno fértil para los secuestros emocionales porque acumulan años de agravios que tal vez no hemos sabido solucionar a medida que ocurren. Típicamente, las familias tienen tendencia a no hablar abiertamente de los problemas y estos se entierran y reprimen para no amenazar el equilibrio familiar. Los resentimientos siguen allí, una mirada inoportuna encienden la chispa del secuestro emocional.
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Cuando está aburrido eres casi tan peligroso como cuando estás enfadado.
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¿Sirve de algo la venganza?
Cuando te vengas, sigues pensando en la persona odiada por más tiempo que si no te vengas. Es decir, te dejas atrapar por pensamientos que te hacen sentir mal.
¿Justicia o felicidad?
Elige la felicidad ¿por qué? la teoría de la justicia dice que la vida debería ser justa o igual para todos. Pero como la vida no es así, esta teoría te lleva a una vida llena de reproches y de amargura contra todo y contra todos.
Pues no seáis tan razonables, sed felices. Cuando me guío por la teoría de la felicidad, elijo aquello que contribuye más a mi felicidad y a la de los demás, por encima de todo. Así no disminuyo el valor de mi vida y de todo lo que la llena comparándome con los demás.
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Como evitar la venganza: ponte en su piel: pregúntate si esta persona quiere dañarte o si en realidad cree que sólo se está defendiendo. Este convencimiento te ayudará a superar al menos una parte de tu deseo de venganza.
Perdonar no es olvidar: es recordad lo que nos ha herido y dejarlo ir, actúan como un veneno para el cuerpo y la mente y no parecen servir a un fin claro, a veces nos empeñamos en agarrarnos a pensamientos negativos y a desear el mal a los demás.
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Las personas que se comprometen en relaciones amorosas maduras perciben este proceso de apertura al otro: enamorarse invita a aprender y a cambiar, y es un tiempo muy fértil desde el el punto de vista plástico.
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Dice un reconocido psicólogo británico, que si no comprendes tu pasado estás condenado a repetirlo. La familia es un entorno donde tendemos, por costumbre, a repetir patrones mentales y emocionales. Por ello sugerimos maneras prácticas de cambiar:
Revisa tu guión familiar. Cambia de entorno. Haz de tu vida una creación permanente: ir a comprar el pan por otro camino, hacer la cama de forma distinta (neurobics). Recientes descubrimientos científicos han demostrado que lo que más deteriora el cerebro no es la edad, sino la rutina.
Impón conciencia y no camines de forma automática sino que haz de tú vida una creación permanente.
Los humanos necesitamos estabilidad, pero demasiada puede significar que hemos renunciado a utilizar nuestras capacidades, nuestra creatividad, nos encerramos en un papel y en un guión que aprendimos en la infancia y que tal vez no nos hace felices. Cuestiona cómo vives, lo que eres y cómo te relaciones con el resto del mundo. Escribe tu propio guión y reinvéntate.
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Las personas que crecieron desconfiando del amor de sus padres generalmente huyen del contagio emocional, se vuelven fríos porque huyen del sufrimiento, desconfían del afecto de los demás.
La presión social es capaz de cambiar y moldear nuestra decisiones porque el cerebro nos alerta cuando no pensamos como los demás, y nos recompensa si nos conformamos a la mayoría. (política, religión…)
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Exagera los activadores del buen humor: come chocolate, haz deporte, baila, sal con los amigos, ve al cien……
Elimina lo que te desgasta: la crítica interna, las personas amargadas, las limitaciones que te impones, las luchas de poder, todo lo que supone perder tiempo y energía. Reemplázalos con situaciones y personas positivas.
Tu cerebro, naturalmente, pone el foco en lo negativo: tú céntrate en lo que sabes hacer bien.
Pon el foco en lo positivo, en lo que te hace sentir bien. Pasa tiempo con personas positivas, sus emociones también son contagiosas.
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Los humanos vivimos siempre comparándonos. De hecho, los estudios muestran muy claramente que no nos importa tanto el sueldo que ganamos como que ese sueldo no sea más bajo que el de nuestros amigos.
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La dificultad para conciliar el sueño suele ser uno de los primeros síntomas que se manifiestan cuando perdemos el equilibrio emocional y físico.
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Hacer ejercicio con ganas hace que se duerma un poco mejor. El ejercicio reduce la ansiedad al liberar tensión física y mental.
Bailar cualquier baile, te relajará y te pondrá de buen humor.
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Las personas que se comprometen en relaciones amorosas maduras perciben este proceso de apertura al otro: enamorarse invita a aprender y a cambiar, y es un tiempo muy fértil desde el el punto de vista plástico.
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Dice un reconocido psicólogo británico, que si no comprendes tu pasado estás condenado a repetirlo. La familia es un entorno donde tendemos, por costumbre, a repetir patrones mentales y emocionales. Por ello sugerimos maneras prácticas de cambiar:
Revisa tu guión familiar. Cambia de entorno. Haz de tu vida una creación permanente: ir a comprar el pan por otro camino, hacer la cama de forma distinta (neurobics). Recientes descubrimientos científicos han demostrado que lo que más deteriora el cerebro no es la edad, sino la rutina.
Impón conciencia y no camines de forma automática sino que haz de tú vida una creación permanente.
Los humanos necesitamos estabilidad, pero demasiada puede significar que hemos renunciado a utilizar nuestras capacidades, nuestra creatividad, nos encerramos en un papel y en un guión que aprendimos en la infancia y que tal vez no nos hace felices. Cuestiona cómo vives, lo que eres y cómo te relaciones con el resto del mundo. Escribe tu propio guión y reinvéntate.
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Las personas que crecieron desconfiando del amor de sus padres generalmente huyen del contagio emocional, se vuelven fríos porque huyen del sufrimiento, desconfían del afecto de los demás.
La presión social es capaz de cambiar y moldear nuestra decisiones porque el cerebro nos alerta cuando no pensamos como los demás, y nos recompensa si nos conformamos a la mayoría. (política, religión…)
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Exagera los activadores del buen humor: come chocolate, haz deporte, baila, sal con los amigos, ve al cien……
Elimina lo que te desgasta: la crítica interna, las personas amargadas, las limitaciones que te impones, las luchas de poder, todo lo que supone perder tiempo y energía. Reemplázalos con situaciones y personas positivas.
Tu cerebro, naturalmente, pone el foco en lo negativo: tú céntrate en lo que sabes hacer bien.
Pon el foco en lo positivo, en lo que te hace sentir bien. Pasa tiempo con personas positivas, sus emociones también son contagiosas.
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Los humanos vivimos siempre comparándonos. De hecho, los estudios muestran muy claramente que no nos importa tanto el sueldo que ganamos como que ese sueldo no sea más bajo que el de nuestros amigos.
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La dificultad para conciliar el sueño suele ser uno de los primeros síntomas que se manifiestan cuando perdemos el equilibrio emocional y físico.
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Hacer ejercicio con ganas hace que se duerma un poco mejor. El ejercicio reduce la ansiedad al liberar tensión física y mental.
Bailar cualquier baile, te relajará y te pondrá de buen humor.
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